I. ¿CUÁLES SERÍAN LAS CONSECUENCIAS SI CRISTO NO HUBIERA RESUCITADO?


(1 Corintios 15:12-22)



1. Y si Cristo no resucitó para qué predicamos.  (I Cor. 15:14 a). Como la predicación es el corazón del evangelio, si Cristo no resucitó qué sentido tendrían las iglesias y sus pastores, los misioneros y los evangelistas. Seriamos como las demás religiones que al tocar el tema de una vida después de ésta, llegan a la fría conclusión que el cuerpo al morirse se desintegra y allí, o se acaba todo para algunos, o se da la reencarnación en otros.  Para muchas de ellas, la muerte le pone fin a toda esperanza, conocido también como la aniquilación del alma. Este, pues, sería un resultado si Cristo no hubiera resucitado.  Pero como Pablo había dicho antes, el corazón del evangelio es la muerte y resurrección de Cristo en nuestro favor (1 Cor. 15:1-4). Sin la resurrección, Jesús no pudo haber vencido a la muerte, y la muerte siempre sería el conquistador del hombre. Sin la resurrección, la buena noticia sería una mala noticia, y no habría nada digno de predicación. Sin la resurrección, el evangelio sería un mensaje vacío sin esperanza, de tonterías sin sentido o de meras “filosofías y huecas sutilezas”.  Ahora el evangelio que predicamos es el mismo de Pedro, quien al citar lo que David había profetizado, habló que su cuerpo no fue dejado en la tumba (Hch. 2:31-32). También fue este el mensaje de Juan, otro gran testigo (Apc. 1:17-18). La predicación que seguimos proclamando hoy es porque Cristo vive.

2. Y si Cristo no resucitó de qué sirve la fe (15:14b). Si Cristo no resucitó también nuestra fe sería vana. Todo lo que sostiene el edificio de lo que creemos tiene su fundamento en la “fe una vez dada a los santos”. Si Cristo no resucitó, ¿para qué hablar de un Mesías crucificado? ¿A quién puede salvar un salvador muerto? Si Cristo no resucitó, ¿cómo darle esperanza a los hermanos que pierden a sus seres amados?  ¿Cómo alentarles acerca de volver a verlos otra vez? Si esto fuera así, tendrían que decir como el salmista: Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia…” (Sal. 73:13).  Si Cristo no resucitó, la lista de los héroes de la fe  de Hebreos 11, llegaría a ser un sitio para los insensatos. Todos ellos, desde Abel hasta los profetas, habrían sido fieles a cambio de nada. Pero por la certeza de una resurrección anticipada, así como una patria nueva, es que se nos dice que ellos, soportando todas las aflicciones por las que pasaron,  “anhelaban una mejor, esto es, celestial…” (He. 11:16). Fue la fe en salvador vivo que les llevó a morir en esperanza. La fe que nos mueve es un Cristo vivo. Eso nos sostiene hasta  hoy.

3. Y si Cristo no resucitó somos falsos testigos v. 15. Si Cristo no resucitó, las mujeres como María Magdalena, los apóstoles, los más de 500 que le vieron después, y, por último, el mismo Pablo, serían todos unos mentirosos (6-8). Negar que Cristo no resucitó, no sería elegante decir que los apósteles se equivocaron, sino que fueron todos unos mentirosos. El asunto es que no hay ninguna posibilidad, como algunos afirman, que ese error podría haber sido inocente o ingenuo. La resurrección de Jesús fue un hecho notorio, no solo por la aparición inmediata a los discípulos, sino que durante cuarenta días Jesús se apareció “con pruebas indubitables”. Si Cristo no resucitó de entre los muertos, los llamados “testigos oculares” fueron unos verdaderos genios para inventar semejante mentira. Y si los apóstoles, los profetas y los escritores del Nuevo Testamento, mintieron sobre lo que es el corazón del evangelio, ¿por qué habrían de creer en otra cosa? ¿Por qué las enseñanzas morales de Jesús fueran inspiradas con el más elevado contenido de bien para el hombre si descaradamente se falsifica su enseñanza sobre la resurrección? Por otro lado, el mismo Jesús resultaría mentiroso, porque si alguien habló que resucitaría fue él mismo (Jn. 2:19-21; 10:17; 16:16-23; Mt. 12:40). En este caso, o la verdad del Nuevo Testamento se mantiene o se cae sobre la resurrección.

4. Y si Cristo no resucitó seguimos en pecados v.  16-17. Pablo presentó uno de los argumentos más contundentes si la resurrección de Cristo fuera un mito, de acuerdo con lo que sus enemigos han dicho desde el principio. Si Cristo no resucitó de entre los muertos, entonces los cristianos no serían mejor espiritualmente que los no cristianos. El testimonio del perdón de pecados y salvación también sería una mentira. Esta es la razón central de la muerte de Jesús en la cruz. Por lo tanto, si Jesús no resucitó de entre los muertos, entonces el pecado ganó la victoria sobre él, y seguirá siendo victorioso sobre toda la humanidad. Si Jesús permanece muerto, entonces, cuando morimos, nosotros también permaneceremos muertos y condenados.  Si Jesús no resucitó de los muertos, la verdad de Romanos 6:23, que habla que "la paga del pecado es muerte" se cumplirá sin la otra parte, “más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”, que nos trae otra esperanza.  Si esto es así, la muerte y el castigo eterno serían la única posibilidad para creyentes y no creyentes por igual. Si Cristo no resucitó, entonces él no trajo el perdón de los pecados o la salvación o la reconciliación o la vida espiritual, ya sea para ahora o para siempre. Si aún habiéndole conocido luchamos con esta naturaleza, ¿cómo sería la vida sin el perdón de pecado? Si esto es así, Cristo fracasó en la cruz (Ro. 5:10). Los hombres seguirían en sus pecados.

5. Y si Cristo no resucitó los que murieron no tienen esperanza v.18. "Durmieron en Cristo" es un eufemismo común para referirse a la muerte.  ¿Qué es lo que Pablo nos está diciendo con esto? Si no hay resurrección de los muertos, entonces todos los santos del Antiguo Testamento se habrían perdido para siempre. De igual manera, la misma consecuencia se aplicaría a todo cristiano que ha muerto desde que Pablo escribió esta carta. El mismo Pablo, los otros apóstoles, y todos los cristianos de todas las épocas pasarían la eternidad en el tormento sin Dios y sin esperanza. Su fe habría sido en vano, sus pecados no habrían sido perdonados y su destino sería la condenación. Dicho de otra manera, si Cristo no resucitó de los muertos, entonces el infierno es la habitación de hombres como Pablo, Pedro, Santiago, el resto de los apóstoles, San Agustín, Calvino, Lutero, los mártires y los que todavía siguen muriendo por causa o a causa del evangelio. Esta es una conclusión intolerable, pero real si Cristo no resucitó.


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