La verdadera llamada de Jesús
La definición popular de ser un Cristiano es ser salvo, ser bueno y asistir a las reuniones de una iglesia. En realidad, la llamada que Jesús hacía (y todavía hace) es la de seguirle. Jesús llama a todos a ser sus seguidores — o discípulos —.
Seguir a Jesús significa llegar a ser más y más como Él: vivir como Él vivía, y hacer lo que Él hacía. Jesús vivía con el gran propósito de traer el Reino de Dios a este mundo. Ser un seguidor de Jesús significa dedicar toda la vida a cambiar el mundo con Él. Seguir a Cristo es entregarse a trabajar con Jesús en su misión de llevar a otras personas a entrar en paz con Dios. Seguir a Jesús de verdad es dar todo lo que somos — nuestro tiempo, dinero y esfuerzo — a ser como Él y a trabajar con Él.
Vale la pena aclarar que seguir a Cristo así no es un legalismo; no es trabajar para ganar su favor y perdón. Más bien, este estilo de vida es la única respuesta apropiada a la gracia de Dios; nosotros le amamos porque Él nos amó primero; Él murió para que sus seguidores vivieran por Él. Damos la gloria máxima a nuestro Padre con nuestras vidas cuando nos entregamos a trabajar con Jesús.
Las barreras
A veces no seguimos a Jesús de la manera que Él pide porque no hemos escuchado su verdadera llamada; no nos damos cuenta de que estar en una relación con Jesús significa mucho más que ser salvo, ser bueno y asistir a algunas reuniones.
No obstante, aún cuando realmente escuchamos la llamada de Jesús, pocas veces le seguimos completamente. Se presentan muchas barreras, y terminamos sin dar toda nuestra vida para cambiar el mundo con Cristo. Esto fue precisamente lo que pasaba en los días de Jesús.
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