¿Qué nos espera después de la muerte? Muchas denominaciones cristianas enseñan que después de la muerte están “el cielo o elinfierno”. ¿Qué enseña la Biblia realmente acerca de este tema?
En medio de un pasaje que habla acerca del papel que Jesucristo desempeñó al ofrecerse voluntariamente como un sacrificio por nuestros pecados, encontramos esta declaración: “Y de la manera que está establecido para los hombres una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Ya que la muerte nos espera, saber qué sucede después de la muerte, es algo que vale la pena conocer.
La muerte es como un sueño
En varios lugares de la Biblia la muerte es comparada con el sueño. Veamos la consoladora instrucción que Pablo les dio a los creyentes en Tesalónica: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1Tesalonicenses 4:13-14).
Antes de continuar con este pasaje, necesitamos tratar dos asuntos: ¿cómo es la muerte similar al sueño? Y segundo, si Dios está trayendo estas personas “con él”, ¿de dónde los trae?
La muerte es similar al sueño porque no hay un pensamiento consciente cuando uno ha muerto. Hay dos frases en el libro de Eclesiastés que nos hablan de esta realidad:
- “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben” (Eclesiastés 9:5).
- “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (V. 10).
El salmo 146:4, añade: “Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”.
Después de que sus hijos habían muerto súbitamente, sus posesiones habían desaparecido y estaba afligido con “una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza” (Job 1:1). Job acertadamente resumió la naturaleza de la muerte, mientras la deseaba: “¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?...Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso” (Job 3:11-13).
¿Regresando con Jesús?
Hemos dicho que la muerte es como un sueño en el que la persona no está realizando ninguna actividad—no hay pensamientos conscientes, no hay labor, no hay nada. Ahora, volvamos a nuestra segunda pregunta concerniente a 1 Tesalonicenses 4:14: ¿De dónde trae Dios a aquellas personas que “han dormido en Cristo” (i.e., personas que están muertas)? Algunos dirían que Él los trae del cielo. ¿Es lo que enseña la Biblia?
Jesucristo dijo en Juan 3:13: “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”. Esto parece muy claro. ¿Por qué para muchos es tan difícil de creer?
Las personas que han muerto no están despiertas en el cielo, están “durmiendo” o descansando en sus tumbas. Los versículos restantes de 1 Tesalonicenses 4 lo confirman. Veámoslo: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en Palabra del Señor; que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:15-16).
Cuando Jesucristo regrese, los muertos “resucitarán”. Para que uno “resucite”, tendría que estar en algún sitio. Si alguien se ha muerto y ya se ha ido al cielo, entonces la persona no tendría que ser levantada de la tumba cuando Jesucristo regrese. Él o ella descenderían del cielo, pero esto no es lo que dice Pablo en Tesalonicenses.
Esta enseñanza de ser resucitados de la tumba en el momento del regreso de Jesucristo es reiterada en 1 Corintios 15:51-52: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.
En Juan 6:39-40, el mismo Jesucristo también enseñó el principio de ser resucitados: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Todos tenemos que morir, pero cuando Jesucristo regrese a la tierra en el día postrero, los seguidores de Jesucristo que hayan muerto, serán levantados de sus tumbas y recibirán la vida eterna.
Si bien puede ser consolador para aquellos que están tratando de afrontar la muerte de los seres queridos pensar que ellos los están mirando desde el cielo, esta creencia no es bíblica y es falsa. En lugar de ello, la palabra de Dios nos consuela con el hecho de que no hay sufrimiento en la tumba (Salmos 146:4; Eclesiastés 9:5, 10), no hay conciencia del paso del tiempo en ellos. Cuando ellos sean resucitados, pensarán que estarán despertando de su sueño.
Podemos consolarnos sabiendo que cuando ellos despierten, serán resucitados a un mundo completamente diferente, un mundo en el que Jesucristo y sus santos estarán gobernado (lea más acerca de esto en nuestra sección del Reino de Dios).
¿Por qué no se enseña esto?
¿Por qué tantas iglesias no entienden esta enseñanza básica? En parte, ellos tratan de ignorar lo que estos versículos dicen tan claramente, trayendo a colación otros pasajes que parecieran contradecir la enseñanza de las escrituras al respecto.
Una es la historia de Lázaro y el hombre rico—una historia que con frecuencia es malinterpretada.
En segundo lugar, ellos se refieren a las frases que Jesús dijo al “ladrón en la cruz”, que fue crucificado conjuntamente con Él: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). A partir de esto, las personas dicen, “Cristo le dijo al hombre que él estaría con Cristo en el paraíso hoy”.
Hay dos razones por las que no podemos llegar a esta conclusión cuando leemos este pasaje:
- Jesucristo había afirmado categóricamente que Él estaría en la tumba tres días y tres noches después de su muerte (Mateo 12:39-40). La tumba no es el paraíso.
- En el manuscrito original del Nuevo Testamento, no se utilizaba la puntuación. La puntuación ha sido añadida por los traductores para tratar de agregar claridad. El pasaje también podría traducirse, “De cierto te digo hoy, que estarás conmigo en el paraíso”.
Dicho en palabras sencillas, Cristo le podría haber dicho: “Le estoy diciendo hoy que algún día va a estar conmigo en el paraíso”. Al traducirse de esta forma, con la coma después de la palabra hoy, en lugar de ponerla antes, el pasaje encaja con otras enseñanzas de la resurrección que encontramos en las Escrituras.
La Biblia nos habla de otras resurrecciones, lo que nos conduce a otras discusiones acerca de los temas del cielo, el infierno y el Reino de Dios, que están fuera del alcance de este breve artículo.
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