LA SUPERIORIDAD DEL AMOR
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Hablar en un idioma sin conocerlo En el capítulo 12 y en el 14 de esta carta, Pablo sigue hablando de los dones espirituales. Y si bien es cierto que el don de lengua del que hace referencia lo ubica como el menos importante, cuando habla de la supremacía del amor por encima de esta experiencia emocional, concentrada en el recinto de las emociones, no deja de tener una gran importancia.
Hablarlo sin amor Al parecer los corintios estaban enamorados de los dones espirituales. Pero la novedad de hablar en otros idiomas los estaba llevando al pecado de la presunción y la arrogancia. Cuando Pablo introduce esta clausula condicional nos estaba revelando que es aquí donde todo, o es glorioso y sublime, o donde todo no significa nada. Porque al final la elocuencia más grandiosa, aun la que produce la experiencia celestial sobre la humana sin amor, no significa absolutamente nada.
En todo este texto el condicional “sin amor” pone a prueba mi actitud frente al uso que le doy a los dones espirituales.
Hacer ruido y nada más. Este primer versículo es muy revelador por la manera cómo Pablo plantea los hechos y compara el uso de estos espectaculares dones sin amor con algo vacío, hueco y sin ningún valor.
La figura del metal que resuena y el címbalo que retiñe es una referencia directa a aquellos instrumentos que se empleaban en los templos paganos. Según el trasfondo de estas prácticas, el toque de estos artefactos tenía como finalidad llamar la atención del dios o por otro lado ahuyentar a los demonios.
Se cree que tales instrumentos eran usados para intensificar las emociones en los adoradores idólatras. Por lo tanto, la idea de Pablo es hacerles ver a los corintios que lo que para ellos parecía la experiencia más sublime, con la que se supone están adorando a Dios, al hacerlo sin la virtud del amor sería como tocar en el más vulgar de los cultos paganos. Esto es serio y duro. Cualquier servicio que prestemos al Señor en la iglesia a través de los dones espirituales, si no va acompañado de un amor genuino será eso, “metal que resuena que hace ruido y nada más”. No permitamos que la falta de amor nos haga insensibles.
1. Hacer buenas obras sin amor Ahora Pablo nos habla de un don que mucha gente no lo tiene, el de la generosidad. Observe que las dos cosas que caracteriza este don: Repartir mis bienes y dar de comer a los pobres. Esto sería como tener el más grande desprendimiento del que se tenga conocimiento. En el tiempo de Pablo hubo hombres que tenían este don. Uno de los casos más notorios fue el de Bernabé, el llamado “hijo de consolación”. Él tenía este don del que Pablo nos habla. Vendió su propiedad y la trajo a los pies de los apóstoles para que ellos pudieran dar de comida a los pobres. Sin embargo, quien no tuvo ese don fue el joven rico, pues al ser increpado por el Señor de vender lo que tenía y darlo a los pobres, el texto nos dice que se fue triste porque tenía muchas riquezas (Mt. 19:22). El hecho de incluir este don como un sacrificio personal, donde la persona queda sin nada en el banco y en el bolsillo por otros, si no va acompañado de amor, de nada sirve. Son muchas personas que hoy llegan a estos extremos de filantropía, pero que en el fondo sus propósitos podrían ser más para lograr una salvación por obra, que un obrar realmente por amor.
Hay dos frases distintivas de este capítulo que nos revelan por qué el amor tiene una supremacía sobre las demás virtudes. Una de ella nos dice: “El amor nunca de ser”. En efecto, cómo vemos esto. Piense, por ejemplo, que el dinero se acaba y al final no te da la felicidad. Que la fama se acaba y al final tampoco te da la satisfacción. Piense cuántos terminan con sus vidas aun el tope de su “grandeza”. Si el amor no es lo que domina todas mis acciones, nada soy. La otra frase que hace grande el amor de este pasaje es cuando termina diciendo que, sin bien es cierto que la fe y la esperanza son importantes, “el mayor de ellos es el amor”.
Erwin
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